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Huevo podrido

Uriel Chavarría

Uriel Chavarría

📰 El NorteAbr 06, 2025

Huevo podrido

¿A qué huele Monterrey? He preguntado esto a Gemini y contestó: "En Monterrey, el olor predominante suele ser de gas o azufre. Esto se debe principalmente a las emisiones de la refinería de Pemex ubicada en Cadereyta. Los vientos pueden transportar estos olores hacia Monterrey".

En la escuela la maestra pregunta a Pepito: ¿por qué huele a huevo podrido en Monterrey? Pues muy fácil, cuando pasamos por Cadereyta huele a eso; algunos días el olor es similar pero menos intenso en Monterrey, por lo tanto el olor debe venir de ahí.

¿Es tan difícil tener sentido común? Los olores a dióxido de azufre y mercaptano han continuado en Monterrey. Esto es solamente una pizca del abanico de la contaminación cada vez peor que respiramos. Hace un año, la sociedad civil inició un movimiento contra la refinería. Se prometieron cosas que no se han cumplido. Si la refinería fuera persona sería muy afortunada, pues ha sido defendida a capa y espada.

Esta semana se abordó el tema en la mañanera. Cuando se hizo la pregunta de si la refinería era responsable del olor en Monterrey la respuesta inmediata fue: "no necesariamente".

En otro día, se declaró que no se tomarían medidas hasta que se hiciera una investigación con la creación de un inventario. Se dijo en tal ocasión que tenemos sistemas rudimentarios de vigilancia ambiental. Se nos hizo ver como cavernícolas.

Quienes vivimos aqui tomamos esto como, "por lo pronto siganse muriendo". Si no se vive y se sufre aquí, al menos necesitamos empatía. ¿Qué no se presentó el Pigeca hace dos años? Lo olvidaba, la refinería no participó en tal programa. Otra piedra al zapato.

Hay medidas que no requieren de un inventario. Tenemos años esperando que la gasolina sea al menos de calidad similar a la de CDMX. ¿Qué pasos se han hecho para dejar de quemar combustóleo en la refinería? ¿Por qué al mismo tiempo se impide que se pueda ir a inspeccionar la refinería por medio de amparos?

Por supuesto que hay contaminación por otras industrias y por fuentes móviles. Todo se debe abordar, pero es muy dramático que algo que pertenece al Gobierno sea probablemente la mayor fuente de contaminación metropolitana.

Llegan los polvos de Texas y a nivel estatal inmediatamente se declara que no es parte del mismo problema. Una semana después huele a huevo podrido y ahí ya no se declara nada. Asimismo, se dice que no hay más enfermedades respiratorias de salud por la contaminación. Los neumólogos ya no sabemos qué decir a los pacientes que no sea que cambien de ciudad.

Se crea la Comisión Ambiental Metropolitana (CAMe) y es presidida por el mismo Estado cuando todos los especialistas y organizaciones ambientales claman porque sea un instrumento verdaderamente técnico y autónomo.

A la luz de estos hechos y siguiendo la más elemental lógica pregunto: ¿eso es estar de nuestro lado? ¿Hay en verdad un verdadero compromiso de todas las partes de ayudarnos?

Sin embargo, una luz de esperanza se eleva con la visita e investigación del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC). Son investigadores de la UNAM reconocidos que esperamos sean escuchados en sus hallazgos. Ojalá los resultados sean transparentes para nuestros especialistas y expertos locales. Es su última oportunidad.

¿Qué hacer por lo pronto? Se está creando un manual de respuesta a contingencias. Ojalá algún día no tengamos necesidad de contingencias. A la luz de la evidencia, el uso de cubrebocas es una espada de dos filos. Requiere condiciones muy específicas para ser totalmente efectivo, como una N95 muy bien sellada. Por otra parte da una sensación de falsa seguridad especialmente si se usa otro tipo de cubrebocas ocasionando que la gente se confíe y permanezca más tiempo a la intemperie cuando hay contaminación.

El interior de los domicilios, aunque no es perfecto, es mejor que estar en el exterior para actividades como ejercicio. Mención especial merecen las escuelas, en las cuales los niños idealmente deben permanecer en el interior durante alta contaminación.

Tras años de esta situación, quizás sea tiempo de replantear nuestra postura. ¿Hemos sido crédulos y apáticos? ¿Qué parte de responsabilidad nos corresponde como ciudadanos al no haber exigido un cambio? ¿Ha llegado el momento de explorar alternativas reales? Los invito a reflexionar.

Recordemos que la sociedad civil unida puede lograr lo que quiera. No podemos aceptar como normal el "olor a Cadereyta y Monterrey". La ciudad es la herencia de nuestros padres y el futuro de nuestros hijos. No pertenece a quienes contaminan y nos asfixian. Es hora de ejercer nuestro derecho a la ciudad con firmeza, sin concesiones. ¡Despertemos de una vez!

contacto@observatoriodelaire.com

Blvd. Antonio L. Rodríguez 2100, Rincón de Santa María, 64650, Monterrey, N.L.