Selene Guajardo
📰 El Norte • May 02, 2025
Más del siete por ciento de la mortalidad durante las primeras cuatro semanas de los bebés nacidos vivos en Nuevo León se atribuyó a la exposición crónica a material particulado fino en exteriores en el año 2021.
Algunas de las causas de estas muertes fueron: parto prematuro, encefalopatía, septicemia, y anemia hemolítica. La exposición de las mamás y sus bebés a las PM2.5 de esta ciudad conduce a que esos desórdenes se agraven.
Es nuestra responsabilidad y de mucha ayuda seguir las recomendaciones que podemos tomar como individuos para disminuir la dosis de PM2.5 que entra a nuestro organismo, sin embargo, no podemos hacerlo solos.
La Secretaría de Salud puede y debe ayudarnos a hacerlo, asumiendo que es de su interés que la población tenga una vida digna y saludable, y que sobrevivamos como seres humanos.
En la biología existe un término llamado mutualismo, un tipo de simbiosis, que consiste en una interacción dependiente entre dos individuos que los beneficia a ambos. Existen otros tipos de simbiosis más rudos y desafortunados, como el parasitismo. Lo bello del mutualismo es que beneficia la estabilidad estructural a través de la colaboración.
Por ejemplo, un tipo de polinizador como el colibrí necesita alimentarse del néctar de las flores, pero al hacerlo también colecta y dispersa el polen de las plantas, ayudándolas a llegar a nuevos espacios. El polinizador come y la planta se esparce. Eso es mutualismo.
En nuestra ciudad requerimos que la Secretaría de Salud sea un colibrí.
Acciones como el establecimiento de un Sistema de Vigilancia en Salud Pública de calidad del aire son necesarias para proteger a los habitantes porque están hechos para recoger información de calidad del aire y cruzarla continuamente con información de enfermedades y mortalidad en diversas áreas de la ciudad en el corto, mediano y largo plazo.
La información que se obtiene permite cuantificar los impactos de la calidad del aire sobre la salud, lo que sirve para orientar las acciones de promoción, prevención y control, y también las políticas públicas que van trazando o modificando nuestra ciudad.
Además, estos sistemas de vigilancia permiten transparentar la información para fortalecer acciones que reduzcan los efectos negativos de esa exposición a la contaminación del aire en la salud de la población. Un claro ejemplo es la mortalidad evitable de los bebés que, en sus primeros respiros, se fueron. ¡Es evitable!
Las desigualdades comienzan en el aire que respiramos. El diseño de nuestra ciudad condiciona nuestra salud, e incluso la calidad de persona que podemos ser. Así también, la calidad de personas que somos condiciona nuestro entorno. Este ciclo se autoalimenta y nos llama a cuestionar el modelo de desarrollo de la Zona Metropolitana de Monterrey. ¿Mutualismo o parasitismo?
La ciudad que queremos, saludable y diversa, es posible. Pero va a requerir que busquemos construirla todos los días a través mutualismo, de nuestros actos y de nuestro involucramiento en los temas públicos, para que también los tomadores de decisiones detrás de instituciones como la Secretaría de Salud, actúen lo más rápido posible.