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Respiramos lo que hacemos

Selene M. Guajardo

Selene M. Guajardo

📰 Consejo CívicoSep 07, 2025

Respiramos lo que hacemos

En el marco del Día Mundial del Aire limpio por un cielo azul, que se conmemora cada 7 de septiembre desde el año 2020 gracias a la Asamblea General de las Naciones Unidas, me atrevo a hacerte esta íntima pregunta: ¿a quién le confiarías el aire que respiras?

Con la lista de factores que influyen en lo que día a día ingresamos a nuestros pulmones, la respuesta puede parecer complicada. Pero veamos cómo resolverla con 3 ingredientes clave:

Como no somos dioses ni superhumanos, no podemos controlar la topografía, ni la meteorología, que influyen en la cantidad de contaminantes atmosféricos a los que estamos expuestos. Pero como simples y pensantes seres humanos con miles de años de evolución, sí podemos actuar con la mano en la cintura y ayudarnos a reducir las emisiones que liberan todas las actividades que realizamos tú, yo, la alcaldesa, el dueño de empresa, el estudiante o mi abuelita. Desde los escapes de los vehículos que circulan en esta ciudad, las chimeneas industriales, las cocinas de los restaurantes, los polvos de las actividades de construcción o pavimentación, los compuestos evaporativos de la gasolina, el azufre emitido por la quema de diésel que utiliza el transporte, o cualquier quema a cielo abierto.

Todo lo anterior depende única y exclusivamente de nuestra empatía e intervención. Así que, como primer paso, se requiere romper el desinterés social y la resistencia al cambio, aceptar que tenemos un problema donde nadie es inmune y donde todos tenemos responsabilidades: una genuina voluntad para solucionarlo.

El segundo ingrediente, pero no menos importante, es la gestión: contar con el conocimiento y el recurso, que permitan el despliegue de tropas de los mejores científicos, médicos y técnicos para implementar y operar soluciones basadas en ciencia con una visión de cuenca atmosférica, y el único interés de proteger la salud junto a los tomadores de decisiones de todos los sectores, como el gobierno, el transporte y la industria.

En la región metropolitana de Nuevo León hay una particularidad que no siempre es visible. Estamos dentro de una cuenca atmosférica compartida con el estado vecino de Coahuila, donde la topografía y las condiciones meteorológicas definen cierta dispersión o acumulación del aire que respiramos, creando un patrón de circulación común. Es similar al concepto de cuenca hidrográfica que recolecta agua; así, una cuenca atmosférica "recolecta" y transporta aire y todo lo que este contiene. Por ello, los contaminantes que liberamos quedan atrapados por los vientos locales y por la geografía circundante, no desaparecen. Esto hace imprescindible un esfuerzo federal serio y continuo para la institucionalización de la coordinación regional, pues, por increíble que parezca, parte de Coahuila y Nuevo León somos un solo pulmón.

Una tercera pieza son los impactos en salud. Me gusta decir que el tiempo revela todo, y esto incluye la evidencia de que estamos (o no) accionando para resolver la crisis de salud pública que representa la contaminación atmosférica en nuestra ciudad, la cual se estima está cobrando al menos 1,700 vidas y 2,500 millones de dólares de pérdida cada año que pasa. Por ejemplo: los impactos en la mortalidad, morbilidad, o ingresos hospitalarios relacionados con la contaminación del aire son indicadores claros, y hoy en día estamos estancados.

No nos dejemos engañar, no hay varitas mágicas ni saltos cuánticos desesperados, los cambios reales son sostenidos y progresivos. Tampoco hay escapatoria: donde quiera que estemos, tú, yo, gobernantes, estudiantes, trabajadores, empresarios, investigadores, deportistas, profesores… todos los habitantes de esta cuenca compartida respiramos y tenemos decisiones que tomar cada día desde donde nos encontramos. Detrás de cualquier institución hay personas al mando, inhalando y exhalando.

Sí podemos ser empáticos, innovar, informarnos, predicar con el ejemplo y exigir colectiva y respetuosamente a los tomadores de decisiones para cambiar el escenario actual, apalancándonos de nuestro círculo de influencia.

Ya no estamos para simulaciones y esfuerzos aislados con intereses particulares o individualistas. Tenemos más de 30 años midiendo la calidad del aire en esta ciudad. No hay mejor momento para la acción coordinada.

La voluntad colectiva es cada vez mayor. Es hora de poner estos 3 ingredientes en el plato para actuar juntos, sin un interés mayor que la salud de nuestra comunidad.

contacto@observatoriodelaire.com

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